Un viaje a Obregon, Sonora


Me vendieron el boleto con el argumento de ventas más viejo, gastado y el que más me molesta. Le llamo argumento del “petate del muerto”. Ya sabes, lo que sea que estés comprando desde una casa, un carro, ropa o un boleto de autobús para Cd. Obregón. El avispado vendedor empieza con sus argumentos de ventas aprendidos en algún seminario. Consiste en asustar al posible comprador con que “van a subir de precio la semana que viene” o en este caso “los boletos se están acabando y los autobuses están saliendo llenos”. Así que compré lo que me ofrecía, sin alternativa y resignado y me subí a un autobús TNS y ahí empezó todo el calvario.
Ya me había decidido a pasar por todas las vicisitudes de viajar en el “jet de la pradera”. Total, me dije, (¿usted no se dice cosas?) me subo en Ens y me bajo en Obr 18 horas después. La alternativa es viajar en avión, es decir autobús de Ens-Tij, avión Tij-Hillo, en taxi aeropuerto-central autobuses, autobús de Hillo-Obr y al final, de todos modos son 12 horas de viaje.
Nadie ni nada presagiaba que seria un viaje de 25 horas y uno de los más frustrantes.
Por si no lo recuerdan un autobús en México es una especie de lata con llantas. Son como los caballos de los picadores que platicaba mi abuela. A estos caballos cada domingo los visten, les ponen su colchita, les tapan los ojitos y los sacan dar la vuelta. No ven por donde van y es un zangoloteo que no sabes. Pues así son los autobuses. Te encaraman, te tapan con cortinas hacia al frente y solo puedes ver lo que pasa por los lados. Ya no puedes ver hacia el frente.
Para empezar, ahí te vamos por la Rumorosa no? En la caseta de cobro del Hongo ya había nieve a los lados de la carretera. Para un animal desértico como yo (Mi mamá diría “cachora de baldío”, pero no se ve tan poético) la nieve es un milagro. Ensimismado en calcular la nevada, de aproximadamente 1 pulgada, o seria pulgada y media? En fin, decía yo que este era el animal desértico que venia viendo la nieve y que de repente se convierte de observador a damnificado en cuestión de kilómetros. La carretera estaba cerrada a partir de la caseta de la Rumorosa. Anda vete, 2 horas ahí aplanado, sin hacer nada, solo viendo la nieve por la ventana y aplanando el trasero. Ahora entiendo como es que el mismo objeto de nuestra atención puede pasar de embelezarnos a maldecirlo, en segundos. Pues ahí estuvimos en medio de la noche por 2 horas.
Pero la cosa no para ahí, desde que aborde el camión del destino, me percate de que en los asientos delanteros tenían a una bebe de menos de 1 año, me pasó lo mismo que con la nieve. Plebe llorona. Cuando no estaba llorando los familiares estaban payaseándole para que no llorara.
Pues a estas alturas, deben saber que el “jet de la pradera” tiene servicio de video. Ponen películas. Yo tengo la teoría que no es solo entretenimiento para distraernos del camino, es para que no veas la basura, los llantos y los malos olores. Pues cumple su cometido. Me vacunaron con Mi abuela es un desastre 1 y 2, pero cuando pusieron la tercera función, ni modo que me saliera del cine no? Me puse unos tapones en los oídos y asunto arreglado. Solo tuve que aguantar las miradas obscenas de un plebe que le llamaba la atención los tapones naranjas que me salían de las orejas. La película era Hulk, una de las peores que he visto. Pero eso es de otro blog.
Otro dato interesante que mencionar en este tardado viaje es que en los asientos atrás del mío iban un par de obsesivos compulsivos y anoréxico uno de ellos. Se turnaban para contar en voz alta los postes que veían por la ventana y cuando se les acababan los números solo decían mmmm, mmmm, y el anoréxico se negaba a comer lo que le acercaran sus padres. Si, eran dos niños atrapados igual que yo, en el jet de la pradera. Sus padres improvisaban la sicología infantil con argumentos como: Comete todo porque ya no va a haber más y si no te vas a marear.
Santana 10 minutos…Ya saben, la relatividad de Einstein y todo eso, los 10 minutos fueron 50. Entre cargar diesel, lavar por fuera el autobús, etc…lo único bueno es que vendian unos burritos y las tortillas de harina salvaron el momento.
Supongo que es un riesgo de trabajo, los choferes por la naturaleza de su profesión miden el tiempo de otra manera.
Este resignado viajero, héroe de mil andanzas, haciendo ejercicio de paciencia para enfrentar cualquier cosa en el viaje, le cambio su suerte una vez más y para mal. En Guaymas me cambiaron de carreta. Aquí la realidad me golpeo la cara, y el trasero y me embarro la ropa y las maletas. La expresión “ciudadanos de segunda” vino a mi mente.
Como el camión que aborde en Ens no iba a llegar a Obr, me cambiaron a otro. Ya de entrada se veía mal el cambio. El chofer me respondió agarre cualquier asiento del número 2 para atrás. Total que termine en el 30 y algo.
Una breve descripción de mi nuevo transporte seria, apestoso, ruidoso, lleno de basura, (podías leer el periódico que por todo el piso estaba regado), le truena la reversa y la primera. La descripción del trayecto seria que se paraba en cada foquito prendido al lado de la carretera a subir y bajar pasajeros y para acabarla de fregar, había un reten que no es reten. Una hora a vuelta de rueda (no exagero) para poder pasar por un lado del reten de Vicam. Aproximadamente unos 5 km de fila. La explicación es que el reten es de Sur a Norte y que también utilizaban un carril de Norte a Sur, en ese cuello de botella estábamos.
Irónicamente, fue en ese trayecto de casi 4 horas de Guaymas a Obr en donde surgió la única plática que no se respondía con monosílabos o con el precio de un artículo. Un joven que iba de visita a Obr. por primera vez y que resulto nieto del beisbolista Felipe Leal, hermano de la comadre Leal, que según mi cuñado Alex, cronista e historiador beisbolero jugaba como pitcher y jardinero derecho con los Yaquis en los 60’s y los 70’s. Mi mamá recuerda que en más de una ocasión estuvieron en mi casa para cenar después de un partido, invitados por Ramiro Esquivel, catcher de los cañeros de Los Mochis y tío político del que escribe. Mi papá agrego que los Leal fueron propietarios del merendero Dina de carnes asadas.
Lo que yo quiero decir es que de manera increíble, me senté junto a un joven desconocido cuyo abuelo había cenado en mi casa. De veras, que pequeño es el mundo. Ahora entiendo porque los Sonorenses empiezan la platica con “De donde eres?” y “continúan con "conoces a …?” Aun sentimos o vivimos en el microcosmos regional en donde al empezar a platicar, se busca tocar base, buscando los conocidos comunes. No por otra cosa mas que por identificarse.
Una entrega mas del sufrido escritor…. con trasero de aspirina por el viaje.
Saludos….

1 comentarios:

  1. Moyado says

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