Un paseo por la playa (y morir en el intento)


Un paseo por la playa de Ensenada, BC
O lo que es lo mismo : "Como gallinas a la orilla de la carretera"

Andabame yo paseando por la playa una tarde de este verano.
Algo así como un “Acapulco en la azotea”, porque este año no fui a Cancún. Igual que todos los veranos. Nunca he ido.

Me gusta caminar por la playa, en verano o invierno, con sol o con niebla. Cada situación tiene su propio carácter.
Todo estaba bien, o al menos lo parecía, ya ves que se dice “no fijándose, no se nota”.
Había mucha espuma en la playa. Sobre la arena, no sobre el agua. Desparramada en largas filas, parecía… parecía… espuma en la playa. El aire barría la maldita espuma color chocolate batido, desparramándola, como en rollos por la arena. Bueno, eso no me iba a echar a perder la tarde. Solo había que evitar el contacto con la espuma por aquello de las dudas y el calentamiento global. De risa, yo evitando la sospechosísima espuma y otros haciendo monitos como de nieve con ella o cubriendo a los niños con traje de espuma.
Pues así y todo, seguí con la caminata. Pase por el punto de vigilancia de los militares en el limite de su cuartel, camine otros 400 metros y tuve la suerte de que en ese momento despegara un jet ejecutivo del mini aeropuerto, fue especial, paso justo encima de mi a menos de 50 metros de altura. Ah si, también había muchas gaviotas. Solo que pues es tan común verlas que el show se lo llevó el avión. Pero no se crean, también me tomo el tiempo para ver como se comportan las aves, son muy canijas las unas con las otras, se parecen a nosotros.
Lo que yo quiero decir, es que ya de regreso, antes del Cobach, había un grupo de personas, sentadas en esteras sobre la arena y un letrero en cartulina anaranjada que anunciaba: Clases de Yoga. Óoorale, que bien, practicar yoga frente al mar, módica cuota de por medio, lo suficiente para despertar al tercer ojo. También había cerca un grupo de púberes con su entrenador de “volibol”. Toda una idílica escena de programa gringo playero. En eso se ocupaba mi mente cuando cual avispas aparece un grupo de cuatrimotos amarillas con sus inexpertos turistas-pilotos, en short y con un casco todo maltratado y mal puesto. Esos casco no protegen ni de una insolación, menos de un golpe. No se que chingados se creen, perdón por el exabrupto. En su defensa, supongo que no esperaban encontrarse con el grupo de yogis y el dream team de volibol. Pero les valió, pasaron retumbando la pedorrera de moto que traían. Muy, muy cerca de las personas. Pero, no es el único caso que me ha tocado ver. En otra ocasión, pasó a más de 80 km/h una cuatrimoto. De punta a punta de la playa. Rúmbale paca y rúmbale pallá. En otra, las trocas, entre las familias que acampan en la playa. No se que fregados le pasa a la autoridad responsable. Es claro que las personas y los vehículos no se llevan bien cuando se tiene un encuentro cercano del cuarto tipo (del tipo que te pasa por encima). Que están esperando para regular el uso de la playa, ¿un accidente?
En las calles hay reglas, para los carriles, para dar vuelta, para cruzar una calle, etc. Pero en la playa los tristes émulos de piloto Baja 1000 pasan por donde les da la gana. Lo que quiero decir, es que si traen un motor, ¿porque fregados tienen que andar entre los de a pie?
Aquí no hay medias tintas, o no se hace nada y se les continúa permitiendo a motos, cuatrimotos y carros usar la playa como pista o se les prohíbe. Nada de decisiones salomónicas, de que aquí si y aquí no o en este horario si y en este no. Me gusta para que no hagan nada.
Y no se confundan, a mi me gustan mucho las carreras, pero no la ch…perjudiquen, no me gusta sentirme como gallina a la orilla de la carretera.
Bueno, basta por hoy de mis andanzas por la playa, esquivando motos y carros.
¿Te ha pasado a ti?

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